El tambor de hojalata de Grass.

"Nací bajo bombillas, interrumpí deliberadamente el crecimiento a los tres años, recibí un tambor, rompí vidrio con la voz, olfateé vainilla, tosí en iglesias, nutrí a Lucía, observé hormigas, decidí crecer, enterré el tambor, huí a Occidente, perdí el Oriente, aprendí el oficio de marmolista, posé como modelo, volví al tambor e inspeccioné cemento, gané dinero y guarde un dedo, regalé el dedo y huí riendo, ascendí, fuí detenido, condenado, internado, saldré absuelto..." ¡No pregunteis a Óscar quien es! Así resume Óscar Matzerath sus treinta primeros años de vida, que son los que él mismo relata en este libro y esa es la petición final, "No pregunteis a Óscar quién es". Pero resulta imposible no hacerte esa pregunta desde las primeras páginas de esta obra cruel y divertida.


Oscar, precoz en el entendimiento, decide, el mismo día que nació, aceptar la propuesta que le hacía su madre : un tambor el día que cumpliera los tres años y, en cambio, rechazar la de su padre : la sucesión en el negocio familiar. Posteriormente, el día de su bautismo, al oir al sacerdote pedir a los padrinos la renuncia a Satanás, él, Óscar, interiorizó su no renuncia. No renunciaba a Dios, pero tampoco a Satanás. Esa dualidad se mantiene en toda la obra. Escrita en primera y tercera persona. Hay dos Óscar, incluso tres (en algún momento se refiere a su "regaderita" como un tercero, cuando empezaba a tomar decisiones por sí misma). La razón y la locura. Goethe y Rasputín. Sus dos padres, el legal y el presunto padre biológico. Uno pronazi y el otro fusilado por los nazis. Madre católica y padre putativo protestante. La risa y el llanto. La realidad y los sueños. La crueldad y la ternura.


Este libro, ha pasado una larga temporada en mi biblioteca sin que me decidiera a leerlo (un camino imprevisible que luego contaré me llevó a él ). Quizás me retrayera la nota editorial de la cubierta, en la que se habla de un libro de difícil lectura. ¿Marketing inverso?. Borges decía que "Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica". Creo que los símbolos de este libro del genial Günter Grass, son universales, y por tanto la belleza queda al alcance de todo aquel que decida leerlo.


En ocasiones, cuando termino de leer un libro con el que he disfrutado, me pregunto cómo he llegado a él. Quizás descubriendo el camino podría volver a tomarlo para llegar a otras obras con las que también pudiera disfrutar. El resultado es de lo más variado: Una crítica, un amigo, un autor, etc...El camino por el que llegué a El tambor de hojalata, fue el siguiente. Después de leer los Cuentos completos de Kafka, por cierto, en una bonita edición de Valdemar, quise leer más literatura alemana (aunque ni Kafka ni Grass son cien por cien alemanes), y ¿Por qué leí los Cuentos Completos de Kafka?, pues porque terminé la magnífica "Carta al padre" del mismo Kafka, en una edición que compré en Praga en la casa en la que vivió durante algún tiempo el autor. Pero ¿Para qué fui a Praga?, pues...¡para ver un partido de fútbol!. Fui a ver un partido de mi equipo, el Sevilla FC, que jugaba contra el Slavia de Praga un partido de la Champions. ¡Qué grande es el futbol! ¡Qué grande es mi Sevilla!. No solo me proporciona grandes emociones : pasión, alegría, tristeza, ansiedad, delirio, sino que también gracias a él/ellos, encuentro el camino para disfrutar de grandes obras literarias. Pues sí, lo reconozco, soy uno de esos "Salvajes y sentimentales" a los que se refiere Javier Marías en el título del libro que recopila sus artículos periodísticos sobre fútbol...Los caminos de la buena literatura son insondables...


Después de esta digresión futbolística, concluyo. Te recomiendo la lectura de esta novela, aunque no seas sevillista, incluso si eres bético o bética, sin pasar por Kafka, sin ir a Praga. Sumérgete con el abuelo incendiario de Óscar bajo las cuatro faldas de color patata de la abuela cachuba. Descubre la magia de los polvos efervescentes y el olor a vainilla de María. Comparte las náuseas con la madre ante el pescador de anguilas. Llora en compañía en el "Bodegón de las cebollas". Imagina que pintarías si tuvieras a Óscar y Ulla de modelos...Y el dedo anular y los curtidores. ¡Genial!... ¿Está la Bruja Negra ahí? ...


Trause