MR. GWYN. LA ÚLTIMA INTIMIDAD CONTADA POR ALESSANDRO BARICCO.

FotoTampoco en eso he sido original, pues, como casi todos los que hemos leído sus libros, llegué a Alessandro Baricco a través de la ruta de la seda y no fui, ni mucho menos, un pionero en dicha ruta, porque veo que mi edición de “Seda” es la vigésimo quinta. Era ya un gran éxito editorial cuando la leí, y eso es algo que, normalmente, me retrae. Huyo de los best sellers, quizás sea un prejuicio absurdo, pero reconozco que es así, aunque, finalmente, termino comprando, leyendo y, a veces, disfrutando de algunos, o muchos, de ellos. Seda, es un ejemplo y todos los libros de Auster que tengo en mi biblioteca son otros.

Cuando comienzo un libro trato de descubrir algo nuevo, algo desconocido de mí mismo y me parece que eso no voy a encontrarlo en un superventa, aquellos en los que la acción suele ser la protagonista en detrimento de la persona y donde se recorre, con mejor o peor prosa, territorios comunes, zonas muy trilladas. Ante la perspectiva de leer alguno de estos libros tengo la misma sensación que cuando me dirijo a un paraje que de antemano sé que lo voy a encontrar lleno de gente. Por bonito que sea estoy convencido que nunca llegará a encantarme.

Eso no me ocurre con los libros de Baricco, por muchas ediciones que alcancen, porque siempre tengo la sensación de entrar en un mundo cargado de intimidad, de que estoy leyendo una novela exclusivamente mía, que solo yo estoy entendiendo y sintiendo lo que entiendo y siento. Baricco siempre deja espacio para que descubramos cada uno matices del personaje, que interpretemos sus actuaciones e incluso donde cada uno podamos poner nuestros propios decorados. No todo es evidente, como suele ocurrir con los superventas en particular y con la mayoría de las novelas en general, Baricco dice mucho en novelas que suelen ser muy cortas y lo dice muy bien, su trazo es simple, dinámico y poético.

FotoEl Mr Gwyn que acabo de leer seguro que tiene poco que ver con el que tú descubrirías. Lo mismo podríamos decir con el Hervé de Seda. Dice Baricco que hay cosas que no se pueden describir, que no tienen un nombre con el que llamarlas y para ellas se necesita escribir una historia. No es paz, dolor o soledad, no es amor o amistad, es búsqueda, son sentimientos que sabemos que están ahí, son rasgos que vemos en nosotros mismos o en los demás, pero que ni somos capaces de describir ni hemos visto nunca descritos. Hay algo de Hervé o de Mr. Gwyn en mí, en nosotros, pero que no sabría decir qué, aunque estoy seguro de que lo hay, porque si no lo hubiera no habría momentos de identificación con personajes tan extraños y con vidas tan distintas a la mía. Algo parecido me ocurre con los adolescentes que protagonizan Emaús, la penúltima novela de este escritor italiano que me acompañó durante unos cuantos días, qué pena, fueron pocos, este verano, con ella me vinieron a la cabeza recuerdos remotos de mi época adolescente, de cuando caminábamos sobre el alambre y veíamos como nuestros amigos también lo hacían y sufríamos cuando algunos caían y sus caídas nos movían hacía territorios más seguros y en cambio a otros, esas caídas, en movimientos autodestructivos cuyos motivos desconocemos, les animaban a asumir mayores riesgos disfrazados de experiencias.

Todas las novelas de este italiano tienen muchas cosas en común, son cortas, la acción no es la protagonista del libro, es el deseo del ser humano de romper, de abrir nuevos caminos hacia uno mismo, los protagonistas somos nosotros, a pesar de que, aparentemente, no tengamos nada que ver con los personajes de la novela. Somos Mr. Gwyn en el deseo de conocer, de verdad, a los demás y también somos sus retratados en el deseo de ser conocidos y comprendidos, esos personajes que posan desnudos durante horas, en silencio, solos con un sonido elemental de fondo, ante el escritor que pretende hacerles un retrato literario, un escritor que trata de entenderlos a ellos y de entenderse a sí mismo, en la búsqueda de algo auténtico que realmente llene su vida.

Pero lo que, sin duda, tienen en común todas las novelas de Baricco es que están maravillosamente escritas.

Trause.

Febrero 2013.